A modo de presentación, ya que no soy muy dado a estas cosas, haré un par de cuestiones autorespondidas que ayuden a comprender el inicio de este blog y su finalidad.
Sólo soy un simple aficionado a ver películas: @_nachovega_ y en mi Twitter suelo poner las películas que veo, en el momento en el que las veo, por el simple hecho de dar una idea a quien no sepa que película ver en un momento dado.
La película elegida es bastante compleja, quizás me estoy metiendo en terrenos pantanosos, pero es la única manera de desempeñar la finalidad de esto, que es autocomplacerme y mejorar.
¿Por qué Origen? Porque todo tiene un origen, incluido este blog. Porque es una película que me apasiona, y porque sé que escriba lo que escriba sobre ella, voy a fallar. Algo que en su origen es imperfecto, tiende a mejorar e incluso a ser perfecto. Porque trata sobre el subconsciente y de las ideas, unos términos que se mueven mucho en el mundo del cine a la hora de juzgar una película. Y porque cada vez que la veo, me pone los pelos de punta como si fuese la primera.
¿Por qué este día? Qué mejor regalo puedo hacerme a mí mismo, que un espacio donde escribir sobre lo que más me guste. Es el 12/02/14 porque no puede ser el 12/02/88, si no, lo sería.
Pero centrémonos en lo que verdaderamente importa. El origen.
Christopher Nolan (Trilogía Batman: El Caballero oscuro, El truco final (El prestigio), Memento) nos regala a los entusiastas del cine, la que es a mi modo de ver, una gran obra maestra.
El que fuese aquel chico londinense pegado a una cámara, dispuesto a cumplir uno de sus retos mas grandes (plasmar sus sueños en la gran pantalla) consigue llegar de lejos al corazón de todos los espectadores e implantar una idea, nunca mejor dicho, en nuestras mentes: una puta pasada.
Así es como reacciona cada persona que se disponga a sentirse vivo durante 2 horas y 28 minutos que dura esta historia. Así es como reaccioné yo. Y es que para muchos de los que disfrutamos del séptimo arte, estas 2 horas y 28 minutos son un regalo que nos hace Nolan.
Para los que hayamos visto Origen, tenemos la suerte de ver a Leonardo DiCaprio (El lobo de Wall Street, Shutter Island, Diario de un rebelde) en una de sus más grandes interpretaciones, y eso es otro regalo. Pero los regalos no cesan aquí, ya que también se nos concede el privilegio de ver a un Joseph Gordon-Levitt (Don Jon, El caballero oscuro: La leyenda renace, Looper) en uno de los papeles que desencadenan el “origen” de la explosión de su carrera. Nos muestra a Ellen Page (An american crime, Juno, X-Men: La decisión final) soberbia y magistral, como viene acostumbrando.
Y es que el reparto no se queda cojo. Contamos también con la increíble presencia de Ken Watanabe (Cartas desde Iwo Jima, Batman Begins, El último samurai) increíble en su papel, Marion Cotillard (El caballero oscuro: La leyenda renace, Midnight in Paris, Enemigos públicos) deslumbrante desde su primera aparición hasta la última, Tom Hardy (Sin ley, El topo, The code) lleno de carisma, crecido e impoluto. Nos encontramos con Cillian Murphy (La recompensa, Trilogía Batman, Un verano diferente), que su sola presencia hace brillar la escena. Incluso la escasa presencia de Michael Caine (Trilogía Batman, El truco final (El prestigio), Harry Brown) es necesitada por el espectador, por su manera de apaciguar el acto.
Con esta carta de presentación, nos encontramos con Origen (Inception), una película llena de planos abiertos, que ayudan a Nolan a recrearse en la grandilocuencia de esta. En la que no pesa la complejidad mental de sus protagonistas, y en la que se refleja una gran importancia del subconsciente y de las ideas.
Una apuesta arriesgada, ya que no todo el mundo puede resultar complacido, y habrá algún sector fan que no esté conforme con el resultado, pero que Nolan no dudó en poner en marcha, dispuesto a dejar explotar en su cara esta gran locura. Y muchos damos gracias a este “acto de heroicidad”.
Unos personajes dotados de una grandísima intensidad, una historia que no pasa desapercibida y un desarrollo bestial.
Una playa, un desconocido, unos misteriosos niños. Pero lleguemos a la cuestión principal, ¿de qué se conocen dos personas aparentemente distintas?
Una historia compleja con una acción trepidante, llena de paradojas, como ya se cuenta en la película. Nolan introduce al espectador en un mundo de sueños artificiales, desarrollado por arquitectos, con un estricto diseño de las normas. Nos enseña los mecanismos del subconsciente y el modo de ejercer cierto control sobre ellos. Proyecciones de los sueños buscando a los intrusos. Se plantea un atisbo de realidad dentro de esta inimaginable historia, y es el hecho de soñar dentro de un sueño, es decir, soñar que sueñas.
Se plantea una idea bastante original, y se desarrolla a partir de los niveles del sueño, según la profundidad de este. Hacen referencia a “arriba” o a “abajo” dependiendo en qué nivel del sueño están, con una naturalidad que hace que se contagie y no eches de menos ese estado de no saber qué está pasando. Sobreexplican la situación para evitar confusión y así hacer más fluido el desarrollo.
Con escenas tan míticas como la pelea a cámara lenta en el pasillo del hotel, con el mismo pasillo dando vueltas sobre sí, haciendo imposible una ejecución limpia y precisa de esta pelea, hace tan grande esta escena como igual de grande es la película.
Momentos increíbles con pensamientos dispares. Un laberinto de ideas dentro de una realidad. Una realidad de la que no están seguros ninguno de sus protagonistas, y que comparten con el público. Un gran rol de los tótems, fabricados por cada uno de sus dueños, para diferenciar un sueño propio de uno ajeno, o incluso para saber apreciar la realidad. Todos fabricados por sus dueños excepto uno, que cobra importancia según avanzamos en la historia, y que al final de la misma, no nos dejará indiferentes.
Una gran frase que es digna de mención y en la que casi va a girar todo el argumento, es dicha por Cobb (Leonardo DiCaprio) casi al final de esta película:
“Una idea es como un virus, resistente, muy contagiosa, e incluso el germen más insignificante de una idea puede desarrollarse, desarrollarse para definirte, o para destruirte.”
Frase que Cobb le dice a Ariadne (Ellen Page), y es que Ariadne es la representación del espectador dentro de Origen, ya que es la única que no está realmente familiarizada con lo que el protagonista pretende, así que a través de ella vamos descubriendo lo que se plantea.
La tensión que se vive en la furgoneta, o lo que es lo mismo, la “patada” principal, es increíble. Es decir, de una idea tan simple como una furgoneta cayendo al agua, se consigue crear un ambiente de tensión sin límites, y esta magia, se consigue atravesando la idea de que dentro de ese instante, tenemos dos instantes más, con un tercer momento estelar (en el limbo) que se atisba al principio de la película, dejando una sensación de incertidumbre incalculable.
Hans Zimmer una vez más, hace de una película una obra maestra épica, gracias a su espectacular banda sonora. Y es que no hay gran película sin Hans Zimmer de fondo, aquí tenemos un claro ejemplo.
Al final, lo único que importa es la realidad. Y es por ello, que Nolan juega con el espectador de principio a fin.
Digna de hacer que nos desprendamos de los prejuicios y de las comparaciones, Origen ha llegado para quedarse. Y eso es algo que Nolan ya sabía antes de escribir el guión.