Quiero que estés atento…
Es una extraña coincidencia, y creedme, no os intento engañar con algún truco de magia, subterfugio o algo que se le asemeje, que el siguiente post de este blog, trate sobre otra película de Christopher Nolan (Trilogía Batman, Origen, Memento).
Y es que si de Origen ya decíamos que era una película bastante compleja, esta no se queda atrás. Otra de las grandes obras maestras de “el maestro”.
¿Por qué El truco final? He decidido escribir sobre lo que me gusta, y este es el resultado, El prestigio. No me canso de verla, aunque crea que ya me sepa todos sus trucos, siempre hay algo que se escapa.
El juego de palabras y el juego que se hace con nuestra mente dentro de esta película, es sencillamente excepcional. El director juega con el espectador desde el primer instante, en cuanto empieza, comienza el truco de magia.
Todo efecto mágico consta de tres partes, o actos.
La primera parte, es la presentación: el mago, muestra algo ordinario, una baraja de cartas, un pájaro o una persona.
El mago lo exhibe, os puede invitar a que lo examinéis, para que veáis que no hay nada raro, que todo es normal. Pero claro, probablemente no sea así.
El segundo acto es la actuación: el mago, con eso que era ordinario, consigue hacer algo extraordinario. Entonces intentaréis descubrir el truco, pero no lo conseguiréis, porque en el fondo, no queréis saber cual es, lo que queréis es que os engañen.
Pero todavía no aplaudiréis. Que hagan desaparecer algo, no es suficiente. Tienen que hacerlo reaparecer.
Por eso todo efecto mágico consta de un tercer acto, la parte más complicada, este acto es: el prestigio.
Así empieza en mi humilde opinión, una de las mejores películas de la primera década del año 2000.
Con esta entrada, se nos advierte de que estamos entrando en un truco de magia de 135 minutos, de ahí la primera frase: Quiero que estés atento. El “mago” nos hace entrar en el truco de principio a fin y mantenernos casi sin pestañear pegados a la pantalla.
Nuevamente, al principio, se nos hace un escueto resumen entre líneas. Quien haya visto esta película más de una vez, habrá notado algo especial en el truco del pájaro. El llanto del niño pequeño preguntando por el hermanito del pájaro del truco de magia, al darse cuenta de que hay dos y uno muere en el truco, la frase de Borden (Christian Bale): “hoy eres el afortunado”, la importancia que le da Angier (Hugh Jackman) a no sacrificarlo. Cada uno le da cierto valor a este truco, ya que es un claro ejemplo de lo que va a ser su vida como magos.
La historia de dos grandes magos, Alfred Borden encarnado por Christian Bale (La gran estafa americana, Trilogía Batman, The fighter) y Robert Angier por Hugh Jackman (Prisioneros, Los miserables, X-Men Orígenes: Lobezno) desde sus inicios hasta que llegan a lo más alto. Entre el excelente reparto, también se encuentran Michael Caine (Ahora me ves…, Trilogía Batman, Origen) que interpreta increíblemente bien su papel, creando una atmósfera mágica en cada una de sus apariciones, o Scarlett Johanson (Los vengadores, Match Point, Lost in Translation) que pese a su fugaz aparición, lo hace genial.
Una historia llena de rivalidad, Borden y Angier, en la que te explican cada detalle de sus pasos hacia lo más grande en el mundo de la magia. La obsesión de conseguir los trucos del otro. Toda una vida de sacrificios dedicada a su pasión, la magia. Ambos se conforman con media vida plena para satisfacer su verdadero deseo, ser el mago más grande de Londres.
Un duelo complejo, elegantísimo y lleno de matices, llevando al máximo la ambigüedad de los personajes, construyendo un implacable retrato de los dos personajes centrales. Es difícil entender un personaje sin el otro, y de hecho aprenden sobre ellos mismos a través del otro, como en el ingenioso juego de los diarios que nos plantea el director.
Con una banda sonora acertadísima por parte de David Julián, que te envuelve en el ambiente de la magia y te hace vibrar con los sentimientos de los personajes.
Una doble dualidad entre cuatro personajes que pasan desapercibidos entre sí, incluso hasta el final, pese a que se deje intuir algo al término del “segundo acto”. Un juego de manos entre Borden y Fallow, entre Angier y Root, de la que no todo el mundo se ha percatado. La historia del truco del pájaro y el sacrificio tiene mucho que ver con estos personajes.
Y es al final, en el “tercer acto” cuando Nolan se disfraza de mago y por boca de Borden nos hace partícipes de su “truco final”, de “el prestigio” y nos dice nuevamente las palabras mágicas: “Quiero que estés atento”.
En este preciso instante es cuando debemos prestar más atención (suponiendo que también hemos estado atentos durante todo el trayecto anterior), ya que estamos apunto de vivir el desenlace de “el truco final” de Christopher Nolan.
Esta es la magia de Nolan, nos explica una parte importante de la trama, dejando otra parte igual o más importante en el aire. Nos hace partícipes de lo que cada mago ha sentido a lo largo de su vida. Con dos puntos de vista totalmente diferentes al final, une dos modos de vida deseosos del reconocimiento del público ante sus trucos. “A nadie le importa el que está en la caja” (Angier) y “El sacrificio es el precio de un buen efecto” (Borden). Dos magos distintos con un mismo propósito.
Para finalizar, me dispongo a relatar lo que Michael Caine dice al principio y al final de la película, solo que al final le da un ligero cambio, para ayudarnos a centrar nuestra atención en el verdadero “prestigio”.
Todo efecto mágico consta de tres partes, o actos.
La primera parte, es la presentación: el mago muestra algo ordinario.
El segundo acto es la actuación: el mago, con eso que era ordinario, consigue hacer algo extraordinario.
Pero todavía no aplaudiréis. Que hagan desaparecer algo, no es suficiente. Tienen que hacerlo reaparecer.
Entonces intentaréis descubrir el truco, pero no lo conseguiréis, porque en el fondo, no queréis saber cual es, lo que queréis es que os engañen.
Y por último, hay algo que quiero decir:
Abracadabra