En el año 2800, en un planeta Tierra devastado y sin vida, tras cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido -limpiar el planeta de basura- el pequeño robot WALL•E (acrónimo de Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) descubre una nueva misión en su vida (además de recolectar cosas inservibles) cuando se encuentra con una moderna y lustrosa robot exploradora llamada EVE. Ambos viajarán a lo largo de la galaxia y vivirán una emocionante e inolvidable aventura…
Esta película va más allá de un increíble homenaje al cine de ciencia ficción, WALL•E va directamente al corazón.
No son muchas las películas que nos hacen sentir nostalgia, y mucho menos, películas que se adueñan de tu corazón y se quedan para siempre en tu interior. WALL•E consigue, con una sencillez asombrosa, que estos factores se cumplan. Despertar algo que se encuentra muy dentro de ti.
WALL•E no sólo consigue asombrarnos, por la belleza que despierta, sino que nos toca la mano y entrelaza los dedos con nuestra sensibilidad, haciendo que a la vez que disfrutamos de las aventuras de este simpático robot, nos sintamos plenos y felices con todo lo que a este pequeño droide rodea.
WALL•E conseguirá que derramemos alguna lagrimita, pero sobre todo, conseguirá que esbocemos una gran sonrisa durante gran parte de esta increíble historia, que entre Disney y Pixar se han sacado de la chistera.
Y hablo de chisteras, porque WALL•E es pura magia. Pura magia espacial, donde nuestros sentimientos más internos saldrán a la luz, aunque sea por una vez, para ponernos en pie y admirar la belleza que rodea a esta película. Desde la tímida y a la vez, simpática personalidad de WALL•E (si, han conseguido crear un robot con una personalidad increíble), la ambientación y los paisajes creados por ordenador, y toda la historia que se cuenta. Todo es maravilloso.
Hermosos paisajes sucios con un tinte rojizo, una gran animación en medio de esta belleza rara, un robot solitario, haciendo lo único que sabe hacer dentro de una rutina centenaria, y de repente, el amor le llega del cielo y así comienza una historia romántica entrañable, un amor platónico y puro, a veces cruel, pero amor al fin y al cabo. Imágenes que entran por los ojos para irse al alma.
Una imagen vale más que mil palabras, según cuentan. Con WALL•E queda demostrado que esto es cierto. Hasta pasados los primeros 45 minutos, creo que sólo se escuchan 3 palabras. No necesitamos más, pues está gran película, te enamora con hechos.
La experiencia que se vive no se puede expresar en palabras, al igual que WALL•E no las utiliza para expresar sus sentimientos.
WALL•E (Waste Allocation Load Lifter Earth-Class) se pasea, con la excelente música de Thomas Newman de fondo, por esas áridas y desiertas tierras, presentándonos su colección de “artilugios curiosos” como el cree que son, tiene un encuentro con una cucaracha, con la que mantiene una gran amistad, y espía con curiosidad, a la que finalmente será su sueño, su amada EVE (Extraterrestrial Vegetarition Evaluator). Todos estos momentos dejan de ser ficticios para convertirse en sentimientos reales.
El momento en el que WALL•E y EVE se divierten volando por el espacio, es mágico.
Esta película, con pocas palabras, expresa una gama de sentimientos muy grandes.
Es el ejemplo de que una pequeña máquina consigue emocionarnos de una manera, que casi ningún ser humano es capaz de conseguir.
Este pequeño robot es capaz de hacernos sentir amor, compasión, angustia, dolor y sobre todo, empatía, para alcanzar a comprender todos los demás sentimientos.
WALL•E tiene claros guiños a Matrix, Yo robot y un gran homenaje a 2001, Odisea en el espacio.
La deshumanización, el constante mundo de las máquinas y el mundo idílico que se crearía tras destruir la Tierra, y ante todo, una historia de amor como telón de fondo entre WALL•E y EVE, dos robots que pasarán a la historia como unos de los mejores personajes animados que se hayan creado nunca.
La parte muda bebe de fuentes como Keaton con El maquinista de la general, por su incansable persecución a la locomotora, donde está atrapada la amada de Keaton, y que WALL•E hará lo propio persiguiendo la nave espacial que tiene a EVE, y sobre todo, Chaplin, como ejemplo tenemos Tiempos modernos o Luces en la ciudad en su obligación de trabajar de manera incansable sin saber por qué, o el anhelo de encontrar algo mejor en la vida como puede ser el amor. Su segunda parte, donde podemos observar que hay algo de más humor, es una crítica de la sociedad humana, aunque sin llegar a ser hiriente.
WALL•E es un robot que tras cientos de solitarios años, realizando la labor para la que había sido construido, aprendió a tener una personalidad. También aprendió a dar valor e importancia a las cosas más insignificantes de la vida, y también a las más importantes.
Gracias a WALL•E, se nos muestra que la importancia a conceptos como perseverar, luchar, soñar y amar. A través de este robot se nos enseña a bailar. A no perder la esperanza.
Historia de sueños, frustraciones y de lucha, pero sobre todo, de esperanza. WALL•E es un mensaje que parte el alma. WALL•E es una estrella que te atraviesa para tomarla como ejemplo y poder ser algún día, mejores personas.
Andrew Stanton (Bichos, una aventura en miniatura, Buscando a Nemo, John Carter) es ya un entusiasta del cine de animación, y con esta gran historia, nos lo ha dejado bastante claro. Con WALL•E ha creado la que podría ser su mejor obra hasta la fecha, y creo que de eso no hay ninguna duda. Consigue dotar de alma y crear una empatía enorme en torno a los personajes que nos muestra. Con WALL•E ha conseguido enternecer hasta al corazón más duro.
WALL•E ganó el Oscar a Mejor Película de Animación en el año 2009.
Thomas Newman crea una banda sonora magistral, donde nos recrea unos sentimientos acordes a las situaciones y escenarios en los que nos encontramos. En gran parte, la música de este gran compositor, nos ayuda a crear este vínculo tan especial con WALL•E. Bailar al ritmo de Put on your Sunday clothes es algo sencillamente “mara•villoso”.
Para la posteridad quedarán esas preciosas imágenes en las que podemos contemplar a los protagonistas de esta bella aventura bailar bajo esta refinada música.
WALL•E es una clásica fantasía científica utópica que sin duda alguna, te llegará al corazón de forma directa.
WALL•E es desear que sus manos metálicas se encuentren con las de EVE, quedándote tú mismo, atrapado en tan mágico momento.
WALL•E es enamorarse a primera vista y luchar con todas nuestras fuerzas por todo lo que soñamos.
WALL•E es en definitiva, un extraordinario poema visual que alimenta los sentidos y la sensibilidad, y que acaba grabando en nuestros pensamientos un pequeño resquicio de esperanza en relación a nuestro destino.
Os dejo con su Banda Sonora Original, que es pura MAGIA:
¡FELIZ AÑO NUEVO!
Totaaaaalmente de acuerdo en que es un poema visual que va directamente al corazón. ¡Me encanta! 🙂
Muchísimas gracias Yazz!! Por leerme y por tus comentarios =))